«Próximamente a las dos y media de la tarde se declaró un incendio en la cuadra y cochera que el industrial don Luis Beguery tenía establecidas en una casita del barrio de Eguía, frente a la casa letra B. El fuego, avivado por el fuerte viento reinante, adquirió en seguida grandes proporciones, destruyendo por completo el pequeño edificio, que contaba con planta baja y desván-pajera. Cuanto contenía, coches, piensos, guarniciones, arreos, todo fue destruído por las llamas que todo lo invadieron rápidamente; sólo pudo salvarse uno de los coches. También perecieron varios caballos, a los que no pudo salvarse a causa del espeso humo».
«Los autores inconscientes del incendio, que tan grandes daños ha causado, son unos niños de siete a ocho años, a los que, en sus juegos, se les ocurrió la desdichada idea de lanzar por una ventana al interior de la cochera papeles impregnados en gasolina y encendidos, lo que hizo que el fuego se propagase con gran rapidez».
«En cuanto se dió cuenta del incendio al vecindario de aquel barrio, fueron avisados los bomberos, los cuales acudieron inmediatamente con la bomba automóvil, procediendo a la extinción del fuego a las órdenes de su jefe, el arquitecto señor Alday. Sólo consiguieron localizar el fuego, porque era imposible salvar nada. Afortunadamente, no hubo que lamentar ninguna desgracia personal. También se personaron (...) el alcalde, señor Zuaznavar, varios concejales y muchos curiosos».
«Los autores inconscientes del incendio, que tan grandes daños ha causado, son unos niños de siete a ocho años, a los que, en sus juegos, se les ocurrió la desdichada idea de lanzar por una ventana al interior de la cochera papeles impregnados en gasolina y encendidos, lo que hizo que el fuego se propagase con gran rapidez».
«En cuanto se dió cuenta del incendio al vecindario de aquel barrio, fueron avisados los bomberos, los cuales acudieron inmediatamente con la bomba automóvil, procediendo a la extinción del fuego a las órdenes de su jefe, el arquitecto señor Alday. Sólo consiguieron localizar el fuego, porque era imposible salvar nada. Afortunadamente, no hubo que lamentar ninguna desgracia personal. También se personaron (...) el alcalde, señor Zuaznavar, varios concejales y muchos curiosos».
Fuente: Mikel G. Gurpegui - www.eldiariovasco.com
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